Esta es la nota en la que colabore con el periodista de la Revista Veintitres hace un tiempo atras.
......................................... Ahí está el mar. Azul, verde esmeralda o marrón. Con miles de
millones de años uniendo y separando continentes. Advertido por
navegantes, expedicionarios, pescadores, enamorados, desahuciados y
veraneantes, entre los tantos que lo contemplan. Amado y temido, el mar
ocupa una porción tan grande del planeta que nadie puede desconocer su
existencia aun sin nunca haberlo visto. El agua salada representa un
97,5 por ciento del agua que existe en el planeta, pero se dice que no
es apta por el consumo. Sin embargo, la medicina alternativa a la
tradicional recoge de sus propiedades naturales algunos beneficios
terapéuticos y preventivos que actuarían a través de la ingesta de agua
de mar.
Apoyados en las investigaciones del fisiólogo y naturalista francés René
Quintón, los seguidores de esta corriente sostienen que el agua que
vemos venir en olas espumosas guarda una propiedad por demás saludable.
En 1904, el científico se hizo famoso al tratar desnutrición,
tuberculosis, tifus y cólera mediante el consumo de agua de mar. Más de
cien años después, este método fue legalizado en Nicaragua y en Europa,
principalmente en España, distintas empresas encontraron un negocio:
embotellar agua de mar para venderla como un objeto de primer nivel.
Quintón fue ninguneado por la comunidad científica y tratado como un
hereje. Pero sus elucubraciones están de regreso y no tan sólo como un
negocio financiero sino como un beneficio al alcance de toda la
humanidad.
Entrevistada por Veintitrés, la doctora María Teresa Ilari –médica
recibida en la Universidad Autónoma de Barcelona, radicada en Nicaragua
desde 1980–, admite que prescribe terapéuticamente agua de mar a todos
sus pacientes desde el año 2003. “He observado excelentes resultados en
la cura de las más diversas patologías. El agua de mar restituye los
componentes esenciales para la vida en el medio interno, normalizando el
funcionamiento de los órganos dañados por causas orgánicas, y también
por una alimentación precaria o cargada de toxinas, o por el consumo
desmesurado de medicamentos. Todos empiezan a mejorar”, refiere la
homeópata, quien la prescribe ante casos de “diabetes, hipertensión
arterial, enfermedades del corazón, insuficiencia renal crónica,
cánceres, etcétera”.
Para Ilari, la experiencia ha sido transformadora desde que el gobierno
nicaragüense, en base a resultados médicos comprobados, aprobó la
ingesta de agua de mar como medicina oficial a partir de la ley 774 de
Medicina Natural, Terapias Complementarias y Productos Naturales,
oficializada en 2012. Ese fue el punto de partida del Proyecto de
Dispensarios Marinos que abarca a una población de más de 20 mil
pacientes a través de 80 dispensarios marinos. “Desde la Clínica Santo
Domingo se reparten mensual y gratuitamente más de seis mil litros de
agua de mar en los dispensarios marinos de todo país. El agua se analiza
en el Centro de Diagnóstico Clínico del Ministerio de Salud, donde se
comprueba que no está contaminada, ya que su concentrada composición en
sales inactiva, por ósmosis, los microbios de procedencia terrestre que
puedan haber caído en el mar”, aclara la médica catalana.
En la Argentina, el consumo de agua de mar crece a fuerza de
recomendaciones individuales que van de casa en casa con la fuerza de
una red de voluntarios anónimos y apasionados. Cuenta con dispensarios
marinos en provincias como San Luis, Mendoza, Entre Ríos, Santa Fe y la
localidad de La Plata, en Buenos Aires, entre otros. Nucleados a través
del concepto solidario de reciprocidad y agrupados por la terapeuta
holística Griselda Donatucci, presidenta de la Comunidad Internacional
de Promotores del Agua de Mar, se tienden puentes de conocimiento
mediante entrevistas a especialistas de todo el mundo que tratan
pacientes mediante esta técnica. Donatucci, a su vez, lleva adelante una
tarea titánica para dar a conocer esta iniciativa de forma gratuita y
asiste adonde sea que la convoquen para hablar. En diálogo con
Veintitrés, la profesional profundiza los alcances de esta práctica
inspirada en la medicina naturista: “Usar agua de mar es totalmente
ecológico, se dejan los químicos y los conservantes. Nos vuelve más
natural la vida. Entre sus cualidades podemos nombrar el tema de lavarse
los dientes usando el agua de mar como dentífrico. Funciona como
excelente enjuague bucal. Para las caries, para las inflamaciones en las
mejillas, o en las encías. Eso puede servir para quienes no la quieren
beber”, sugiere.
Donatucci ofrece información permanente a través de su canal de YouTube,
como por ejemplo: “A los niños y ancianos trato de recomendarles un
rociador con agua de mar para las lastimaduras”. La terapeuta acaba de
llegar de Punta del Este, donde brindó una conferencia sobre “cocina con
agua de mar” para más de cincuenta personas en el Hotel Posada de la
Ballena.
Lo hace porque sabe que “la cocina es la manera más fácil para que la
gente adopte el agua de mar en sus hábitos diarios. Tomar con un jugo de
frutas, mezclándolo con poco menos de dos centímetros de agua de mar,
nos da todos los nutrientes de vitamina C que se potencian con un jugo
de naranja. Para los ancianos incluir un poco de agua de mar en una sopa
en su rutina diaria es magnífico”, afirma Donatucci, quien bebe agua de
mar desde 2011.
Como promotora de este hábito, no deja nada al azar. “El agua como
nutriente se puede tomar de forma hipertónica (sin rebajar) o isotónica
(rebajada en la proporción de tres cuartas partes de agua dulce y una
cuarta parte de agua de mar). En el primer caso hay que beberla a
pequeños sorbos, mientras que si está rebajada se tomará en pequeños
vasos y de forma espaciada para evitar que la acumulación de sal en el
intestino tenga un efecto laxante. Se recomienda la ingesta de una
cantidad de un cuarto de litro al día de agua de mar, excepto si se
tienen problemas renales o de hipertensión”, aclara.
“Podemos obtener el agua del mar mediante nuestra red de dispensarios
voluntarios, que sólo cobran el envío o bien recogiéndola nosotros
mismos con la prevención de ir a un sitio no contaminado”, sugiere la
terapeuta holística.
Lo ideal es obtenerla de alta mar, enviarla a un laboratorio para
descartar contaminaciones o radiación y luego envasarla. En un proceso
de filtrado casero, la obtención debe hacerse con el agua a la altura
del hombro, tomando el líquido desde el fondo. Luego, hay que dejar que
decante antes de consumirla.
“Se pueden hacer verduras al vapor con agua de mar. O dos tazas de
arroz, una taza de agua común y una de agua de mar. Podemos salar el
pescado y las carnes. En un momento en el que el mundo ha perdido los
nutrientes, la propiedad de los suelos, la alimentación de los animales,
todos esos nutrientes que se pierden en el camino los recuperamos
utilizando el agua de mar”, concluye la especialista.
Pero mientras que desde países como Nicaragua o Colombia –este último
representado por el especialista Laureano Domínguez– aseguran que el
agua de mar regenera las partes de nuestro cuerpo que están degeneradas
gracias a que contiene minerales, la medicina tradicional reclama
prudencia.
Si de la mar venimos y a la mar vamos –dentro o fuera de los
conceptos y métodos científicos–, sabremos que el agua ocupa el 70 por
ciento de nuestro cuerpo. Que lo salado de nuestro sudor sobre la piel y
el sabor de nuestra sangre, que también se percibe salada, se deben al
sodio en estado orgánico, junto
con los 118 elementos de la tabla periódica, incluyendo elementos como
el oro, la plata y el uranio, todos ellos imprescindibles, en forma
orgánica, para el ser humano.
Opinión
Nueva medicina germánica
Por María Teresa Ilari. Médica Internista, Homeópata, Terapeuta floral, prescriptora de agua de mar
Las 5 Leyes Biológicas descubiertas y descritas por el médico alemán
Ryke Geerd Hamer en los años ’80, probaron científicamente que el cáncer
no es lo que hasta hoy considera la ciencia: una proliferación de
células cancerígenas mortales creciendo descontroladamente, sino que es
el resultado de un Programa Biológico Especial y Significativo de la
Naturaleza experimentado durante millones de años de evolución. La Nueva
Medicina Germánica ofrece así una comprensión completamente nueva de lo
que la ciencia llama “enfermedad”. Al ser ésta, en realidad, un
programa de sobrevivencia del individuo y de la especie, el Dr. Hamer
pudo constatar que la solución conlleva la curación natural, sin la
necesidad de medicamentos. La autorresponsabilidad del individuo en la
propia cura es el eje básico del acompañamiento terapéutico. Basado en
criterios científicos probados a lo largo de más de 30 años en más de 40
mil pacientes, la Nueva Medicina Germánica –legalmente contemplada en
Nicaragua por la ley 774– rompe con los mitos de las células
cancerígenas malignas o de los microbios destructivos. Identifica a las
“enfermedades infecciosas”, así como a los tumores cancerosos
“malignos”, como medidas naturales de emergencia biológica practicadas
durante millones de años y diseñadas por la naturaleza en el proceso
evolutivo de la vida, para salvar al organismo y conducirlo a su
recuperación natural, y no para destruirlo como nos fue enseñado. Este
nuevo paradigma médico devuelve el poder y la responsabilidad al
paciente, humaniza la práctica médica y aporta un considerable ahorro,
ya que reduce el abuso de exámenes, innecesarios para el acompañamiento
del proceso de cura, y el desmesurado consumo de fármacos, que al
impedir el mecanismo natural de la recuperación de la salud, cronifican
las enfermedades.
En primera persona
Tomo agua de mar, estoy consumiendo porque es un plasma que te
regenera todas las células, te limpia y te levanta la energía”, destacó
Gustavo Cordera, ex líder de Bersuit Vergarabat, durante una entrevista
radial en mayo de 2015. “Se toman dos medidas de agua de mar con cinco
medidas de agua pura. Es maravillosa. No hay ningún animal marino que
esté enfermo”, contó el cantante. A Cordera se suma el bailarín Iñaki
Urlezaga, quien entrevistado por Griselda Donatucci en su canal de
YouTube, explicó: “Gracias al dispensario marino que hay en la ciudad de
La Plata, a cargo de Liliana Ducca, recibo agua de mar. Es un trabajo
en conjunto. Que llegue el agua a la gente no es fácil. Empecé a tomarla
como algo preventivo, no tenía problemas de salud ni síntomas de dolor.
Pero sí tenía problemas en la piel por exceso de masajes. Hacía cinco
años que tenía hematomas y en quince días que empecé a tomar agua de
mar, me curé naturalmente”, narró el bailarín clásico. “Hasta mi
kinesiólogo vino a verme porque no lo podía creer. La he tomado con jugo
de limón, mandarinas o naranjas. Es muy rica y se puede tomar con las
comidas. La proporción con agua potable es mitad y mitad. Trato de tomar
medio litro por día desde junio del 2015. No me morí todavía. El agua
de mar inmediatamente te modifica el estado de ánimo. Es lo primero que
sentí. Que la gente se anime. Es gratuito, es natural y no tiene
resultados contrarios. Hay que divulgarlo” concluyó Iñaki.
Por Lucas Cremades
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